El futuro dejó de ser una continuación del pasado y todo cambió. Por primera vez en la historia el mundo se detuvo y en nuestra enorme confusión, a veces pánico, nos dimos cuenta de lo que es realmente importante: la salud, la familia, la paz interna. También nos percatamos de lo mucho que hacíamos y consumíamos que cuando lo suspendimos no pasó nada.
Muchas voces, quizás nosotros, deseamos retornar a lo normal o por lo menos a la llamada nueva normalidad. Y esto lo decimos con cierto dejo nostálgico: ya quiero regresar a esto, volver a hacer aquello. Los humanos somos muy generosos en olvidar las cosas malas del pasado y solo recordar lo bueno, por eso cometemos los mismos errores una y otra vez. ¿En verdad queremos regresar al mundo de antes tal como era?
En este momento en el que todavía el mundo sigue en pausa, démonos tiempo para recordar todo lo que, hace menos de un año, era motivo de queja y aprovechemos para cambiarlo en el nuevo orden de la humanidad que estamos por comenzar.
Tenemos la oportunidad, y la obligación, de cambiar lo incómodo, lo indeseable, lo malo del pasado. La inclusión social, la igualdad de género y un mundo más limpio, son algunas de las materias pendientes. Todos tenemos que colaborar con el cambio, poner nuestro grano de arena.
En el mundo de las microfinanzas, esta obligación es mayor pues tenemos un impacto importante en la sociedad. Para nuestra fortuna pudimos ver, en la reciente Jornada ProDesarrollo, que priorizar la inclusión social genera mayores beneficios a las entidades que lo hacen.
Hace solo 4 meses tuve el gusto de hablarles del estudio del futuro, de la prospectiva y su uso para la creación de escenarios, y su importancia en el logro de nuestros objetivos. Definamos ya el futuro deseado y establezcamos la ruta para llegar a él. Incorporemos en este plan acciones para la creación de un mundo más incluyente, igualitario y limpio.
El momento de actuar llegó.